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Con arma de escribano escribo sobre las tierras que jalonan las Castillas con montañas y secanos

miércoles, 17 de septiembre de 2008

El romancero viejo

El Romancero viejo es una de las joyas que los castellanoparlantes tenemos en nuestro haber. Para aquellos que desconozcan tan magnífica recopilación de romances en castellano voy a realizar un breve resumen de éstos atendiendo no tanto a su estructura métrica, como sí a sus aspectos históricos y argumentales.

Primero de todo habría que hablar que el romance pertenece a un fenómeno de poesia narrativa de transmisión oral, el cual, se desarrolló en todo el ámbito europeo de la Edad Media bajo diferentes denominaciones: Ballad en lengua inglesa, chanson en Francia, o canço en Cataluña; en el ámbito de la lengua castellana recibió el nombre de romance y por lo general adoptó la forma de una canción narrativa en versos octosílabos..

Debido a que su transmisión ha sido tradicionalmente oral, se propició que los romances evolucionarán de formas diferentes allá donde fueren. Y es que de forma consciente o inconsciente, la propia memoria de los recitadores provocaba cambios de versos, repeticiones, nuevas formulaciones, etc; provocando con ello varias interpretaciones de un mismo romance que los estudiosos en la materia han venido a llamar versiones .

El romancero que solemos llamar viejo, es decir, de supuesto origen medieval, consiste en una selección de textos representativos que ya en el temprano siglo XVI comenzó a recopilarse y vender en sencillos pliegos sueltos. El pliego suelto era un impreso de pocas páginas que resultaba de doblar en forma de cuadernillo una hoja de papel de las que se usaban en las imprentas; las fuentes que utilizarón estos impresores eran por lo general escritos anteriores. De todo lo dicho se deriva que la mayor parte de los romances viejos que conocemos, a pesar de su origen medieval, han llegado a nosostros precisamente por estas primeras fuentes impresas.

Los trabajos actuales sobre el romancero son numerosísimos, y no resulta muy difícil encontrar un ensayo o recopilación de éstos en librerías medianamente serias. Sin embargo no sería lícito hablar sobre el romancero sin mencionar siquiera a los dos grandes investigadores sobre la materia: Ramón Menendez Pidal y María Goyri, cuyo esfuerzo y catalogación sirvió de guía para los estudios posteriores.

Por tanto, la clasificación temática general -resultado de lo anteriormente explicado- en la que se agrupan los romances viejos sería la siguiente:

Romances épicos: En estos romances se desarrollan sobre todo temas de la épica castellana, agrupados en varios ciclos según protagonistas o sucesos (Bernardo del Carpio, Fernán Gonzalez, el Cid, la muerte de los infantes de Salas o el cerco a Zamora). También se puede encontrar otro de creación más tardía - probablemente s-XVI - sobre el Rey Don Rodrigo y la perdida de España.

Romance de Bernardo del Carpio

En los reinos de León
el casto Alfonso reinaba;
hermosa hermana tenía,
doña Jimena se llama;
enamorárase de ella
ese conde de Saldaña,
mas no vivía engañado,
porque la infanta lo amaba.
Muchas veces fueron juntos,
que nadie lo sospechaba;
de las veces que se vieron
la infanta quedó preñada.
La infanta parió a Bernardo,
y luego monja se entraba.
Mandó el rey prender al conde
y ponerle muy gran guarda.


Romances históricos: En estos romances se cuentan acontecimientos reales que por su importancia quedaron grabados en la memoria popular. Algunos de ellos compuestos a raíz de los hechos sucedidos, y otros más eruditos compuestos muy posteriormente. Destacan aquí los que sirvieron de propaganda a favor de Enrique II de Trastamara en la guerra civil contra su hermano Pedro I de Castilla.

Muerte de Doña Blanca

Doña María de Padilla,
no os me mostredes triste, no
que si me casé dos veces
hícelo por vuestro amor,
y por hacer menosprecio
a doña Blanca de Borbón.
Envió luego a Sidonia
que me labren un pendón,
será de color de sangre,
de lágrimas su labor;
tal pendón, doña María,
se hace por vuestro amor.
Fue a llamar a Alonso Ortiz,
que es un honrado varón,
para que fuese a Medina
a dar fin a la labor.
Respondiera Alonso Ortiz:
-Eso, señor, no haré yo,
que quien mata a su señora
es aleve a su señor.
El rey no le dijo nada,
en su cámara se entró
enviara dos maceros,
los cuales él escogió.
Estos fueron a la reina,
halláronla en oración.
La reina como los vido
casi muerta se calló,
mas después en sí tornada,
con esfuerzo les habló:
-Ya sé a qué venis, amigos,
que mi alma lo sintió;
y pues lo que está ordenado
no se puede excusar, no.
Di, Castilla, ¿qué te hice? 35
No por cierto, no traición.
¡Oh Francia mi dulce tierra!
¡Oh mi casa de Borbón!
Hoy cumplo dieciéis años
en los cuales muero yo;
el rey no me ha conocido,
con las vírgenes me voy.
Doña María de Padilla,
esto te perdono yo;
por quitarte de cuidado
lo hace el rey mi señor.
Los maceros le dan priesa,
ella pide confesión:
perdónalos a ellos,
y puesta en contemplación
danle golpes con las mazas:
así la triste murió.


Romances de frontera: Se tratan éstos, de acontecimientos tanto reales como imaginarios sucedidos en las luchas que cristianos y moros mantuvieron en el solar hispano. La mayoría de ellos describen acontecimientos del s-XV, cuando el reino de Granada era el único vestigio de la invasión musulmana. Un elemento característico aquí es que los romances combinan lo épico-histórico con un característico gusto por lo descriptivo y caballeresco (vestimentas, armas cabalgaduras son ensalzadas hasta límites insospechados.)

Abenámar

¡Abenámar, Abenábar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida;
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira.
-No te la diré, señor,
aunque me cueste la vida.
-Yo te agradezco, Abenámar,
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!
-El Alhambra era, señor,
y la otra, la mezquita; los otros, los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba,
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra
otras tantas se perdía;
desque los tuvo labrados,
el rey le quitó la vida
porque no labre otros tales
al rey del Andalucía.
El otro es Torres Bermejas,
castillo de gran valía;
el otro, Generalife
huerta que par no tenía.
Allí hablara el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
-Si tú quisieras, Granada,

contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
-Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.
Hablara allí el rey don Juan,
estas palabras decía:
-Échenme acá mis lombardas
doña Sancha y doña Elvira;
tiraremos a lo alto,
lo bajo ello se daría.
El combate era tan fuerte
que grande temor ponía.


Romances sobre la materia de Francia: Son numerosos los romances que recrean episodios de la literatura épica francesa, llamados también romances carolingios por la predominancia de historias vinculadas al reinado del Emperador; también se mezclan con algunos elementos del ciclo artúrico y otros elementos del folclore francés. Destacan de éstos los que tratan sobre el episodio de Roncesvalles.

Nuño Vero

-¡Nuño Vero, Nuño Vero,
buen caballero probado!
hinquedes la lanza en tierra
y arrendedes el caballo,
preguntaros he por nuevas
de Valdovinos el franco.
-Aquesas nuevas, señora,
yo vos las diré de grado:
Esta noche, a media noche,
entramos en cabalgada
y los muchos a los pocos
lleváronnos de arrancada.
Hirieron a Valdovinos
de una mala lanzada,
la lanza tenía dentro,
de fuera le tiembla el asta;
su tío, el Emperador,
a penitencia le daba;
o esta noche morirá,
o de buena madrugada.
Si te plugiese, Sevilla,
fueses tú mi enamorada;
amédesme, señora,
que en ello perderéis nada.
-¡Nuño Vero, Nuño Vero,
mal caballero probado!
yo te pregunto por nuevas,
tú respóndesme al contrario,
que aquesta noche pasada
conmigo durmiera el franco;
él me diera una sortija,
y yo le di un pendón labrado.



Romances novelescos: Se trata del grupo más variado; su origen se sitúa en las fuentes de la literatura francesa, otros se relacionan con la baladística europea, también los hay de motivos legendarios medievales y de la poesía árabe así como italiana. Respecto a su temática, será variada, pero sobre todo predominan las aventuras amorosas.

El infante Arnaldos

¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!
Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;
las velas trae de sedas,
la jarcia de oro torzal,
áncoras tiene de palta,
tablas de fino coral.
Marinero que la guía,
diciendo viene un cantar,
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;
los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar;
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-Por tu vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.


Romances bíblicos: No podían ser menos, y es que el tema religioso y las fuentes históricas de la Biblia fueron recurso muy utilizado por los juglares y eruditos de la época. Son romances de creación tardía, siglo XV y XVI, que llegaron a alcanzar notable tradición oral.

David llora a Absalón

Con rabia esta el rey david
rasgando su corazón,

Sabiendo que allá en la lid
le mataron a Absalón.

Cubriose la su cabeza
y subiose a un mirador;
Con lágrimas en los ojos
sus canas regadas son.

Hablando de la su boca
dice esta lamentación:

-¡Fili, mi, fili mi, / fili mi Absalón!
¿Qué es de la tu hermosura?
¿Tú extremada perdición?

Los tus cabellos dorados
rayos parecían de sol;

Tus ojos lindos, azules,
cual Jacinta de Sión;

¡Oh manos que tal hicieron,
enemigas de razón!

¡Oh Joas que tal hiciste!
¡No lo merecía, no!

Miraras que era mi hijo
engendrado en bendición,

Que quien le daba la muerte
me doblaba la pasión.

Si era desobediente,
yo le otorgaba perdón;

Si mi mandado cumplieras,
trujérasmelo a prisión.

¡Oh madre, que tal pariste!
¿Cómo habrás consolación?

Rómpase las tus entrañas,
rásguese tu corazón;

Llorémosle padre y madre
el fruto de bendición.


Romances clásicos: Los romances de tradición grecolatina fueron también muy utilizados en la tradición juglaresca y erudita. Aquí se pueden encontrar algunos de los más antiguos, y al igual que los bíblicos, gozaron de gran tradición oral.

Incendio de Roma

Mira Nero, de Tarpeya
A Roma cómo se ardía:
gritos dan niños y viejos,
y él de nada se dolía.
El grito de las matronas
sobre los cielos subía;
como ovejas sin pastor
unas tras otras corrían,
perdidas, descarriadas,
a la torre se acogían;
los siete montes romanos
lloro y fuego los hundía.
En el gran Capitolio
suena muy gran vocería:
por el collado Aventino
gran gentío discurría,
y en Cabalo y en Rotundo
la gente apenas cabía.
Por el rico Coliseo
gran número se subía;
lloraban los dictadores,
los cónsules a porfía;
daban voces los tribunos,
los magistrados plañían,
los cuestores lamentaban,
los senadores gemían.
Llora la orden ecuestre,
toda la caballería,
por la crueldad de Nerón
que lo ve con alegría.
Siete días con sus noches
la ciudad toda se ardía:
por tierra yacen las casas,
los templos de tallería.
Los palacios más antiguos,
de alabastro y sillería,
en ceniza van por tierra
los lazos y pedrería;
las moradas de los dioses
han triste postrimería.
El templo capitolino
do Júpiter se servía,
el gran templo de Apolo,
y el que de Mars se decía,
sus tesoros y riquezas,
el fuego los derretía.
Por los carneros y osarios
la gente se defendía.
De la torre de Mecenas
lo miraba todo y vía
el ahijado de Claudio
que a su padre parecía,
que a su Séneca dio muerte;
el que matara a su tía:
el que antes de nueve meses
que Tiberio se moría,
con prodigios y señales
en este mundo nacía;
el que persiguió a cristianos,
el padre de tiranía,
de ver abrasar a Roma
gran deleite recebía.
Vestido en cénico traje
decantaba en poesía.
Todos le ruegan que amanse
su crueldad y su porfía:
cuando más todos le ruegan
él de nadie se dolía.
Hoy día algunos de estos romances pueden encontrarse en adaptaciones musicales modernas destacando entre las más conocidas: los discos realizados por el etnógrafo Joaquín Díaz; la hebrea Susana-Weich-Shahako o el grupo folclórico castellano Nuevo Mester de Juglaría. También es importante resaltar una página web realizada por la profesora Suzanne Petersen, de la University of Washington de Seattle donde se recoge una interesante selección del romancero pan-hispánico: www.depts.washington.edu/hispron/espanol/.

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6 Comments:

Blogger Pedro Ojeda Escudero said...

Un texto magnífico y bien documentado. Me ha gustado mucho que junto a M.P. hayas citado a M.G.
En el romancero está el alma castellana pura.

10:40 p. m.  
Blogger Pocomancha said...

Es nuestra esencia más pura. Y quien no lo quiera ver así, está perdiendo el prisma de lo que significamos y lo que significa la cultura castellana para España.

11:08 a. m.  
Blogger Alatriste said...

Totalmente de acuerdo con los dos, la verdad es que este verano me lance a la lectura del romancero y me he quedado encantando con él, se lo recomiendo a todos no tiene desperdicio.

11:45 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Epale.. ehh.. hola.. no se si vaya esto, pero me gustaria k me pudieras ayudar a saber algo sobre la historia vaska.. ejem.. no se si se pueda (si se pudiera enviarlo a mi mail porfa?.. skuldmx@gmail.com) gracias.. un saludos a todos!!.

8:32 p. m.  
Blogger Alatriste said...

¿A qué te refieres con historia vasca?

Sobre el origen del nacionalismo vasco te recomiendo "la Patria de los Vascos" de Javier Corcuera Atienza.

Pero si buscas la evolución de los vascos a lo largo de la historia desconozco un buen manual.

saludos

12:40 p. m.  
Blogger Alatriste said...

df

7:45 p. m.  

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